Relulación emocional
Los procesos de regulación emocional han tomado mucho protagonismo en los últimos años. Al mostrar más interés en las emociones humanas se le ha dedicado numerosos estudios de cómo estas influyen en diferentes procesos cognitivos, en los estados de ánimo y en el cuerpo.
La regulación emocional es un proceso que consiste en la capacidad de poder regular las propias emociones. Este proceso se va desarrollando a lo largo de la vida, y en el influye nuestro entorno, los vínculos de apego, esquemas cognitivos, etc.
Es muy interesante y esperanzador saber que la propia regulación emocional puede reaprenderse a lo largo de la vida, por ejemplo dentro de un proceso terapéutico. Por lo tanto, esta siempre se puede mejorar y hacerla más adaptativa a nuevas circunstancias. También se utiliza para regular procesos emocionales ocurridos en el pasado que puedan generar malestar en el presente.
En la práctica, ¿En qué consiste la regulación emocional?
El proceso para una regulación emocional funcional, es decir, que las emociones nos ayuden y sirvan en nuestro día a día en lugar de que nos generen gran malestar, pasa por diferentes fases.
Dentro de estas fases están la capacidad de poder sentirlas, darse cuenta de que nos están influyendo, el poder ponerle palabras a lo que sentimos (bien sea para entendernos mejor o para comunicar nuestras emociones). Y como su propio nombre indica, la capacidad de regularlas, es decir, poder regular su intensidad para que no nos dañen. Sería un proceso similar al que encontramos en el regulador de volumen de una radio. Podemos subir y bajar su intensidad dependiendo de dónde nos encontremos, de si nos gusta más o menos la canción que suena, y también modulamos su volumen según el estado de ánimo que tengamos o que queramos generar en nosotras y en los demás.
Como ventaja, este proceso nos permite manejar las emociones y regular su intensidad para que no nos impidan por ejemplo, tomar decisiones precipitadas. Permite pensar con claridad sobre temas importantes que generen emociones intensas. Y en un proceso de psicoterapia, permite que podamos trabajar situaciones difíciles, consiguiendo que las emociones que lo acompañan sean menos dolorosas y por lo tanto más manejables.