Trastornos de ansiedad

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La ansiedad es un mecanismo adaptativo que nos permite darnos cuenta de la existencia de un posible peligro. A nivel fisiológico una ansiedad moderada nos permite adaptarnos a situaciones nuevas y a retos vitales o profesionales.

Sin embargo, en algunos momentos el sistema de respuesta a la ansiedad puede alertarnos desproporcionadamente ante alguna situación e incluso en ausencia de ésta, es decir, sin causa aparente. Si esto ocurre, fisicamente podemos sentir sudoración excesiva, temblor en extremidades, aumento de las pulsaciones cardíacas, tensión muscular, mareo, hiperventilación y síntomas estomacales. A nivel emocional y mental percibimos preocupación constante, sensación de que ‘’algo malo puede pasar en cualquier momento’’, problemas para concentrarse, irritabilidad, y alteraciones del sueño.

Las personas podemos sentir y manifestar la ansiedad de diferentes formas en relación a: el entorno, las situaciones cotidianas, las relaciones personales y sociales. Atendiendo a ello, hablamos de trastorno de ansiedad generalizada cuando se siente además de ansiedad, preocupación excesiva sobre algún suceso o actividad. Esta puede estar vinculada a relaciones familiares, laborales, a diferentes miedos (por ejemplo a sufrir un accidente, una enfermedad), o a la percepción de incapacidad para encarar el día a día.
Algunas de las causas relacionadas con la ansiedad generalizada son:

  1. Exposición a vivencias traumáticas y/o dolorosas.
  2. Percepción del mundo como un lugar peligroso, lo que nos predispone a permanecer en alerta.
  3. Desvalorarse de uno mismo.
  4. Problemas psicológicos que cursan con ansiedad.
  5. Estar bajo los efectos de alguna droga.
  6. Exceso de cafeína o bebidas estimulantes.
  7. Gran necesidad de perfeccionismo y de control.
Ansiedad

En ocasiones podemos sufrir un ataque de pánico, que es la aparición súbita de un miedo o malestar intenso, en el que podemos sentir, además de los síntomas físicos propios de la ansiedad con mayor intensidad, sensación de ahogo, dolor o molestias en el tórax, desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo), miedo a perder el control o ‘’volverse loco’’ y ‘’miedo a morir’’.
A veces la persona no identifica la causa que lo provoca, ya que ésta muchas veces no es consciente, lo que puede preocupar aún más a la persona y causar estrés. Lo cual desencadena la percepción de que no se tiene control sobre el ataque de pánico, y la persona teme que en cualquier momento le vuelva a pasar.
Al no tener datos suficientes sobre la causa del mismo, se puede asociar el ataque de pánico erróneamente a lugares o situaciones, con la consecuencia de que en el futuro se tratará de evitarlos, o de buscar elementos seguros que permanezcan estables para aproximarse al lugar en el que sucedió por primera vez, o en otros donde se teme que pueda pasar. Por ejemplo, necesitar estar siempre en compañía, o permanecer cerca de personas o instituciones que nos puedan ayudar en caso de que se vuelva a producir el ataque de pánico.

Algunas de las causas relacionadas con su aparición son:

  • Alteración de nuestro sistema de alarma, que se activa ante situaciones que percibe como peligrosas cuando objetivamente no lo son.
  • Estar bajo los efectos de alguna droga.
  • Sensación de que no tenemos control sobre algún aspecto de nuestra vida.
  • Sentir intensa ansiedad durante un período de tiempo.

Algunas personas, tras haber sufrido un ataque de pánico pueden desarrollar agorafobia, debido a que por temor a sufrir otro ataque evitan lugares concretos o espacios públicos. Temen que les vuelva a pasar y sentirse sin control sobre la situación, con miedo de no poder salir de ella y ponerse a salvo. Otra de las causas asociadas a la agorafobia es el haber pasado por momentos duros en la vida: ruptura de pareja, duelo, o situaciones prolongadas de estrés.
Las consecuencias de padecer agorafobia es que la persona además de evitar estas situaciones puede desarrollar sintomatología depresiva, sentimientos de soledad debido al aislamiento, percibirse sin control sobre su vida o sobre determinadas situaciones.

En la ansiedad social la persona teme al rechazo de los demás, a que le avergüencen o humillen. Debido a ello la persona suele aislarse, evita socializar, ser el centro de atención, gozar de protagonismo en su círculo de amistades, intenta pasar desapercibida en su trabajo… y toda una serie de evitaciones que acaban causando un gran aislamiento. Debido a éste, la persona puede sentir mucha soledad, ansiedad, padecer trastornos del estado de ánimo: apatía, desmotivación, falta de interés e incluso depresión. Otra de las consecuencias del aislamiento es que sienten que no avanzan en sus relaciones personales, de pareja o profesionales.
Las causas por las que las personas deciden consciente o inconscientemente comenzar a aislarse son muy variadas. Algunas de ellas pueden ser:

  1. Haber sido objeto de burla, humillación o desaprobación.
  2. Haber sufrido maltrato físico y/o psicológico.
  3. Estar expuesto a algún suceso traumatizante.
  4. Baja autoestima.
  5. Vivir situaciones prolongadas de estrés.
  6. Sentir gran dependencia emocional por alguna persona.
  7. La sobreprotección.

Hablamos de fobia específica cuando sentimos miedo o ansiedad intensa ante un objeto o situación específica, por ejemplo volar, conducir, las alturas o algunos animales. La persona evita en todo momento este tipo de situaciones u objetos, creando malestar en su día a día, en las relaciones interpersonales y en su desarrollo personal.

La superación de las fobias te hará sentirte más libre y con más control sobre aquellas situaciones que ahora estás evitando.

Comprendiendo qué ha sucedido para que desarrolles la fobia, a través de visualizaciones, ejercicios psicodramáticos y técnicas de EMDR, podrás superar tus fobias.

La persona siente ansiedad o miedo cuando llega el momento de separarse de una figura de apego, es decir, de aquella persona con la que nos sentimos seguras y seguros. Pudiendo padecer pesadillas o fantasías angustiosas acerca de la idea de la separación. Se siente un gran temor a que nuestros seres queridos sufran algún tipo de accidente o enfermedad que les impidiese estar cerca nuestra. En ocasiones, evitamos o posponemos obligaciones laborales o actividades placenteras y de ocio por estar cerca de la figura de apego. Cuando se prevé la separación, podemos sentir dolor de cabeza, estómago o náuseas.

Con ayuda de la psicoterapia conseguirás no sentir ansiedad ante la separación. Aumentará la confianza y la seguridad en cuanto a tus capacidades. Podrás autorregular la ansiedad y dejar de sentir miedo ante la soledad. El aumento de tu autoestima y el sentimiento de autocontrol y de competencia personal, lograrán que dejes de sentir temor ante la ausencia de aquellas personas importantes para ti.

La ansiedad se puede focalizar en diferentes actividades de la vida de la persona. También puede acompañar a diferentes trastornos psicológicos que en ocasiones cursan con ansiedad. Para ello es necesario averiguar diferentes aspectos relacionados con la vida de la persona: vivencias personales, percepción del mundo y de sí misma, relaciones familiares, si ha experimentado experiencias traumáticas o de maltrato tanto físico como psicológico, entre otras, sin perder de vista los acontecimientos precipitantes que han desencadenado la aparición de la ansiedad.
Con ayuda psicoterapéutica puedes comprender y enfrentarte a la ansiedad. Modificar el modo de vivir las situaciones ansiógenas, el modo de percibirte… Se analizarán cuáles han sido los factores vivenciales que te hacen reaccionar de ese modo, y por supuesto, elaboraremos emocionalmente tu manera de enfrentarte a la ansiedad para controlar la sintomatología

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